La sostenibilidad del cultivo de girasol está basada principalmente en la baja cantidad de insumos necesarios para su desarrollo, basada en 2 pilares fundamentales: sanidad vegetal y fertilización.
Con respecto al primer pilar, sanidad vegetal, los híbridos de girasol que se cultivan actualmente en España son muy resistentes a plagas y enfermedades, bien de una forma natural o bien con la aportación de la mejora genética. Por esto en la mayoría de los casos no es necesario ningún tipo de tratamiento fitosanitario durante el cultivo. En su conjunto, el volumen de materia activa de productos fitosanitarios empleados en el cultivo del girasol es notablemente muy inferior a otros cultivos de nuestros secanos.
El girasol junto a las leguminosas son los únicos cultivos que aportan nitrógeno a la capa superficial del suelo. Las leguminosas debido a la fijación de nitrógeno atmosférico por su simbiosis con Rhizobium y el girasol debido a que su raíz pivotante extrae los nutrientes de capas profundas del suelo apartándolo en la capa superficial. En el caso del girasol aparte de nitrógeno también recupera fósforo y potasio, dos elementos clave en la nutrición de los cultivos.