Cuando los clientes entran a tu bar o restaurante, buscan algo más que una buena bebida: quieren tapas crujientes, doradas, deliciosas y sin olores desagradables. En la hostelería, cada detalle cuenta, y aquí es donde entra en juego un ingrediente clave que a menudo pasa desapercibido: el aceite de fritura, que influye directamente en el sabor, aroma, seguridad y eficiencia de la cocina.
Sabor y aroma: El tipo de aceite marca la diferencia. Los aceites neutros, como el de girasol, respetan el sabor original de los ingredientes, mientras que el girasol alto oleico minimiza los olores intensos al calentarse, evitando que el local se impregne de un aroma fuerte a fritura.
Punto de humo y seguridad : Un aceite inadecuado se degrada rápidamente, generando humos molestos y compuestos nocivos como la acroleína. Optar por aceites refinados con un punto de humo alto, como el alto oleico, garantiza mayor estabilidad y seguridad en la cocina, además posee un perfil de ácidos grasos más saludable.
Temperatura y mantenimiento: Para garantizar frituras perfectas, es esencial mantener el aceite entre 160°C y 180°C, elegir opciones resistentes a altas temperaturas y filtrar o cambiar el aceite regularmente para evitar residuos que afecten el sabor y la calidad de los alimentos.
Elegir el mejor aceite no solo mejora la calidad de las frituras, sino que también reduce costos, mejora la seguridad, evita olores molestos y deja a los clientes con ganas de volver. Si aún no has hecho el cambio, dales lo mejor en cada bocado, es el momento de apostar por calidad del aceite de girasol alto oleico.
